viernes, 26 de septiembre de 2008
lOS cARAS dE bÉLMEZ
Yo no sé si al lector le satisface y divierte contemplar como los misterios S.A. se derrumban por obra y gracia de un autor capaz de enfrentarse a la farándula paranormalista. A mí sí; por eso me alegré especialmente cuando supe que Javier Cavanilles y Francisco Máñez estaban escribiendo un libro sobre el episodio más absurdo de hispano-paranormalandia, las caras de Bélmez, una historia que venía coleando desde 1971. El asunto fue prácticamente olvidado entonces, pero en 1996 se celebró un congreso en Bélmez para conmemorar los 25 años del fenómeno, que dio paso en 2004 a la manipulación de los hechos por parte de la prensa ocultista hasta convertirse en un desmadre no igualado en la pequeña historia de los misterios comerciales de España. El libro de Cavanilles y Máñez, que lleva el irónico y acertado título de Los caras de Bélmez, ha sido recientemente publicado, para satisfacción de todos aquellos que procuramos que no nos den gato por liebre.
El caso de las caras de Bélmez fue desde sus inicios tan absurdo, tan obvia su naturaleza fraudulenta, que ni siquiera las principales obras de divulgación parapsicológica lo han recogido en estas últimas tres décadas; así de desacreditado quedó tras el estallido inicial. Al margen de ello, sólo los ocultistas locales han pregonado que allí, en ese pueblo de Jaén, residía el mayor misterio parapsicológico de Europa; ahí es nada.
La obra rompe con el escenario típico de Paranormalandia. Es ajena a los variados intereses -no sólo económicos- presentes en el marcado español de lo enigmático; no les sigue el juego; no se adapta a la última corriente de interés mediático por un tema exprimido durante décadas, sino que analiza a todos los protagonistas desde fuera implacablemente, sin concesiones. Un meritorio trabajo de recopilación informativa y de interpretación. Por todo ello, el trabajo de Cavanilles y Máñez no será reseñado en las revistas paranormalistas.
Los autores ponen de manifiesto las absurdas historietas y maniobras ejecutadas desde principios del actual siglo por los periodistas, hipnólogos y espiritistas que han intentado mamar de la teta belmeciana. Las distintas versiones de lo ocurrido, totalmente contradictorias y ridículas, son pasto para el rumiante consumidor de ocultismo barato. No deja de sorprender, ni al crítico más acostumbrado, en qué poca consideración tiene este gremio a sus clientes; quizá porque saben que de ellos no va surgir crítica ni cuestionamiento alguno, por muy anormal y chocante que sea lo que se les transmite. Las falsedades llegaron a asociarse a hechos históricos como el famoso asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza durante la Guerra Civil española. El mamoneo paranormal también quiso explotar este episodio de la historia de España a favor de las imaginaciones teleplásticas.
Intercalados a lo largo de libro aparecen significativos episodios de la historia de la parapsicología, como el fraude infantil de las hadas de Cottingley o las investigaciones de Rhine, así como unas clarificadoras biografías de Hans Bender y Germán de Argumosa, uno de esos ridículamente ditirambizados pseudoinvestigadores, a quien ponen en su sitio: un simple espiritista con corbata antes que un parapsicólogo (lo de "profesor" lo dejo para que el lector descubra por sí mismo la realidad de esta atribución). Ambos, con background académico el alemán y una etiqueta espiritista de anís El Mono el español, son dos creyentes en los fenómenos que decían investigar. La participación del cántabro en Bélmez, que se paseó por el lugar en 1971 como una estrella, podría ser calificada de patética. Por su parte, Bender aprovechó para hacer un poco de turismo cuando estuvo en la zona.
Cavanilles y Máñez salpican su libro de atinadas muestras de humor, como cuando en la página 74 escriben que el parapsicólogo "Uttama Sitkari" (¿por qué serán tan cursis los paranormalistas a la hora de elegir pseudónimos?) se refería a que la mente de María (la dueña de la casa en la que habían aparecido las caras) era la que provocaba la aparición de rostros mediante una especie de proyección telepática involuntaria llamada psicorragia. "Sólo le faltó alistar a la difunta en la Patrulla X", aseguran los autores. Pero, por favor, no se pierdan, en el contexto del juicio celebrado tras la demanda presentada por Pedro Amorós contra El Mundo y los autores del libro, lo de la tentativa inidónea en el momento de intentar demostrar su fantasmagórico currículum... (pp. 334-335).
Por el lado de los defectos, hay que apuntar que los errores tipográficos son más frecuentes de lo deseable, como si hubiesen carecido de tiempo para una revisión; algunas referencias están traspapeladas y falta parte de las del capítulo titulado "Tres tristes tigres"; e, incomprensiblemente, no figura la numeración de páginas en el índice. Y por pedir, pediría un índice onomástico, que habría facilitado mucho la labor de una segunda lectura más específica de algunos aspectos destacados. Esperemos que todos estos detalles sean subsanados en una posible segunda edición.
Una de las conclusiones más significativas que puede extraer el lector, en particular de la actualización del tema a partir de 2004, es el proceder y la dinámica interna típica de algunas asociaciones pro-misterios: ausencia de legalidad, funcionamiento rígidamente piramidal, rápida segregación del disidente, campañas de difamación contra quien ha revelado el entramado de fantasías en que se basan los figurones de lo paranormal, etc. Y es que el conocimiento y la verdad les importa un pimiento a todos estos avispados mercachifles del ocultismo...
Espero y deseo que la publicación de obras como Los caras de Bélmez no sea una excepción en el mercado editorial español. Hacen falta libros como éste, libros refutadores e informativos, libros que caigan en manos de adolescentes curiosos, interesados en las cosas raras, que, o bien les quiten las ganas de prestar atención a Paranormalandia y su tráfago pseudo-religioso mercantilista, o bien les inste a profundizar en estos temas de su interés con un cuchillo entre los dientes, en sentido figurado.
¿Cuál podría ser una frase que resumiese la historia del misterio ocultista con más caspa de España? ¿Qué le parece ésta, de los propios autores?: "Desde todos los puntos de vista, y desde el primer día, las caras de Bélmez de la Moraleda fueron un timo" (p. 123). Seguramente, algún humorista las volverá a colocar dentro de unos años en su lista de enigmas favoritos. Mientras, pasen un buen rato leyendo Los caras de Bélmez.
De Círculo escéptico
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4 comentarios:
Muy peligroso eso de poner en duda algo que se nos escapa al conocimiento y a la ciencia, que se empieza rechazando el mundo paranormal y se acaba cuestionado la existencia de Jesus y de Dios.
Ojo, los cientificos nos van a llevar a una racionalizacion total que puede ser muy peligrosa, no todo se puede explicar con la ciencia o ¿es que también nos diran que las sensaciones que experimentamos al enamorarnos de una persona o el amor que sentimos hacia a otras no son verdaderas por que no tiene explicacion cientifica?
Jaja! le acabas de poner el capote a Parra.
La verdad q el titulo dl es la mar d acertado ;)
Ya lo leeré más despacio, pero no me hace gracia que la gente se ría de cosas que otras las considera serias. Aunque un poco de ironía nunca viene mal. Lo dicho, ya lo leeré más despacio, pero lo de Círculo Escéptico me suena a demasiado cachondeo.
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