sábado, 26 de junio de 2010

aDIOS a jOSÉ sARAMAGO

Estoy convencido de que hay que seguir diciendo no, aunque se trate de una voz predicando en el desierto.

En el fondo, todos tenemos necesidad de decir quiénes somos y qué es lo que estamos haciendo y la necesidad de dejar algo hecho, porque esta vida no es eterna y dejar cosas hechas puede ser una forma de eternidad.

Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.

Nosotros estamos asistiendo a lo que llamaría la muerte del ciudadano y, en su lugar, lo que tenemos y, cada vez más, es el cliente. Ahora ya nadie te pregunta qué es lo que piensas, ahora te preguntan qué marca de coche, de traje, de corbata tienes, cuánto ganas…

El fracaso del capitalismo financiero, hoy tan obvio, debería ayudarnos a la defensa de la dignidad humana por encima de todo.

Esta crisis -iniciada en 2007- está haciendo que se desmoronen muchos principios liberales o neoliberales: parece que a fin de cuentas el mercado no se regula solo, que puede colapsarse, y entonces, oh, hay que llamar al estado… Está claro: se privatizan los lucros, las perdidas las asumimos todos. Parece que esta crisis acabará con un regreso al estado ante un liberalismo que se vendía como la salvación, el fin de la historia… Aunque también puede ocurrir que se mude algo para que todo continúe igual. El capitalismo tiene la piel dura.