Dice la sabiduría popular, aunque yo no sé si será verdad, que los gatos para sobrevivir a una caída deben caer desde una altura mínima determinada. Es decir, si caen desde muy cerca del suelo lo normal es que mueran y sin embargo desde más alto (todo tiene un límite) suelen sobrevivir.
La razón parece que sería que desde una altura mayor se dan la vuelta antes de caer y desde más cerca no.
Hay una anécdota histórica muy curiosa que cuenta que el rey Cambises de Persia, allá por el lejano 500 antes de Cristo (se situarán mejor si les digo que fue hijo de Ciro El Grande) había sometido a un duro sitio a la ciudad egipcia de Pelusio sin que hubiera forma de que sus habitantes cedieran, algo como la bolsa actual que es sitiada por perspectivas sombrías por todos lados.
Entonces Cambrises tuvo una genial idea que pasó a la historia.
Ni corto ni perezoso colocó en cada uno de los escudos de sus soldados un gato ( la cacería de gatos tuvo que ser de las buenas porque según parece eran más de 500 soldados). Sí, sí, como lo oyen, cada soldado con un gato. La razón era muy sencilla, él sabía de la adoración que tenían los egipcios por los gatos.
Ya se pueden imaginar el numerito que se montaría con 500 soldados con un gato cada uno puesto en escudo. Los egipcios a las órdenes de Psametico III suspendieron la lucha por temor a hacer daño a los gatos y Cambises tomó Pelusio (alrededor del 500 a.C.).
