La vida siguió hasta que en enero y febrero del año siguiente se notaron unos fuertes terremotos en la zona que les dejaron preocupados. Pero llegó la tarde clave del 20 de febrero de 1943. Sobre las cuatro, Dionisio como todos los días de su vida trabajaba encorvado en su campo cuando escuchó un ruido ensordecedor. Pronto se dio cuenta de que justo donde su terreno había quedado con un pequeño hundimiento desde hacía unos meses se abría una fisura de 30 metros de largo de la que salía ceniza y residuos. Dionisio no podía dar crédito a sus ojos cuando a las 24 horas un enorme montículo de 30 metros de alto salía de su campo de maíz, mientras una colada de lava se expandía por todos lados. A los tres días la altura del cono era de 60 metros y a los seis de 120 metros. Un mes después media 148 metros y un año más tarde donde había estado el campo que daba de comer a Dionisio Pulido y su familia había una montaña volcánica de 336 metros. Había nacido en su modesto campo el volcán Paricutín que unos meses más tarde el 7 de julio de 1944 lanzó una colada de lava de varios metros de alto que recubrió el pueblo de San Juan no dejando emergido más que el campanario de la iglesia. El volcán siguió en actividad hasta 1952, algo que Dionisio no pudo ver pues falleció en 1949.
No hubo víctimas humanas pero sí murieron 4500 cabezas de ganado y 500 caballos, aparte de los tremendos daños materiales.
miércoles, 23 de abril de 2008
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