martes, 18 de septiembre de 2007
El castillo de Azagala se derrumba
El castillo de Azagala se encuentra en estado crítico ante la pasividad de sus propietarios y de los organismos públicos. La colosal fortaleza, ubicada en plena Sierra de San Pedro, en un paraje espectacular -a sus pies confluyen los ríos Albarragena, Zapatón y Sansustre y su atalaya parece un trampolín del pantano Peña del Águila-, tiene varias cubiertas hundidas, muros de sillares abatidos, almenas y torreones desmochados y bóvedas interiores en peligro de derrumbamiento.
Su estado se ha agravado desde que permanecen abiertas sus puertas lo que, además de haber provocado el expolio de muebles interiores, piedras blasonadas e incluso una campana del siglo XVI, supone un peligro para todo aquel que entra en su interior, y son muchos quienes aprovechan el atractivo de este castillo para perderse entre sus muros todos los fines de semana.
Una asociación
Este incomprensible abandono de una fortaleza del siglo XIII, que perteneció a la Orden Militar de Alcántara y formó parte de la línea defensiva fronteriza castellano-portuguesa, es motivo de indignación entre numerosos alburquerqueños, algunos de los cuales han decidido constituir una asociación que reivindique una actuación urgente.
Entre los promotores se encuentran el director de la guardería municipal Manuel Gutiérrez; la directora del IES Castillo de Luna, Luci Pintor, y el investigador y ex responsable de turismo local Eduardo Maya. Este último destaca la importancia histórica de este castillo, en el que murió Don Alonso de Monroy, clavero y maestro de la Orden Militar de Alcántara, conocido como el 'Sansón extremeño' por su tremenda corpulencia.
En sus inmediaciones tuvo lugar la célebre batalla de Zalaca -origen del nombre del castillo-, en la que participó Alvar Fañez, lugarteniente del Cid Campeador, contienda que supuso la última gran derrota de las tropas de Alfonso VI frente a los almohades. En épocas más recientes sirvió de refugio para los maquis en la guerra civil, de hecho algunas paredes de la fortaleza están escritas por proclamas y reflexiones de éstos.
Según narra el escritor Luis Martínez Terrón, «hasta 1846 el castillo se encontraba bien conservado y su Encomienda había acogido a más de 350 personas en el año 1403». Pero sería tras la jubilación de Julián Ventura, en 1992 cuando empezó a sufrir un deterioro progresivo. Éste vivía en su interior como guarda del Barrazuelo, una de las fincas en las que se encuentra ubicado el castillo -la otra es el Prior- y el mismo se encargaba de su conservación. Desde entonces nadie ha vivido en Azagala.
Petición de compra
En 1994, el entonces grupo de la oposición ORPO, con Ángel Vadillo a la cabeza, pidió a la Junta de Extremadura su compra y rehabilitación, sin obtener respuesta. Dos años después, la Comisión Local de Patrimonio remitió un escrito a la Dirección General de Patrimonio solicitando «medidas urgentes o se perderá una pieza de valor histórico y artístico incalculable». Respondió la entonces directora Aurora Ruiz Mateos que «los bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español deberán ser conservados, mantenidos y custodiados por sus propietarios», en este caso los dueños de las fincas antes citadas, añadiendo que «los ayuntamientos en cuyo término municipal se conserven estos edificios son responsables de todo daño que pudiera sobrevenirles». No obstante, en aquella misiva firmada en octubre de 1996, la Junta de Extremadura decía que «lo avanzado del presupuesto impide realizar ninguna intervención económica». Pero, añadía, «queda abierta la posibilidad de que se haga en próximos ejercicios».
Desde entonces hasta ahora, no se ha acometido inversión alguna para su conservación, a pesar de que esta extraordinaria fortaleza sigue apareciendo en folletos de turismo, en libros sobre castillos y en coleccionables, como aquel en el que sirvió de anuncio, a doble página, en este periódico de una colección inédita sobre los castillos de Extremadura.
En los últimos años se ha hablado varias veces de intentos de compra del castillo e incluso recientemente el alcalde local, Ángel Vadillo, ha manifestado públicamente que se encuentra en conversaciones con la Junta para buscar una solución, pero mientras tanto hay alburquerqueños desesperanzados que han decidido pasar a la acción y se van a constituir en asociación dispuesta a desarrollar las acciones necesarias para salvar la fortaleza.
Eduardo Maya señala en este sentido que su puesta en valor sería un reclamo turístico de extrema importancia para Alburquerque y Extremadura.
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